Canto 4

“Violación de los juramentos y revista de las tropas”

El canto comienza con la ceremonia de los dioses, donde se debatía el futuro de aqueos y troyanos. Zeus quiere cesar el combate haciendo que los troyanos devuelvan a Helena, pero esto provoca la cólera de Hera, quien no podía dejar que la guerra terminara pacíficamente después de haberse “esforzado” al reunir a los ejércitos aqueos. Zeus cede a sus deseos, advirtiéndole que, como ella atentaba contra Troya, la ciudad preferida en su corazón, el destruiría en el futuro una de las ciudades favorecidas por Hera.

Zeus envía a Atenea a provocar que los troyanos rompan el juramento. La diosa, tomando forma humana, convence al troyano Pándaro para que le dispare una flecha a Menelao. La misma Atenea, que en realidad apoyaba los aqueos, desvía la saeta. Menelao no muere pero sí termina lastimado.

No se olvidaron de ti, oh Menelao, los felices e inmortales dioses y especialmente la hija de Zeus, que impera en las batallas; la cual, poniéndose delante, desvió la amarga flecha: apartóla del cuerpo como la madre ahuyenta una mosca de su niño que duerme con plácido sueño, y la dirigió al lugar donde los anillos de oro sujetaban el cinturón y la coraza era doble.

Agamenón se indigna y decide animar a sus tropas para seguir con la lucha. En un momento los troyanos dan por perdido todo, así que Apolo los alienta a no rendirse. Finalmente, de ambos lados yacían un gran número de víctimas, sin haber un ganador claro.